Estudiantes de Río Cuarto armaron un auto eléctrico con material reciclado

Estudiantes de Río Cuarto armaron un auto eléctrico con material reciclado

Concretaron un proyecto que había quedado parado por la pandemia de Covid-19. La escuela humanista tecnológica fomenta el emprendedurismo y la “curiosidad davinciana”.

En el taller del Instituto Leonardo Da Vinci de Río Cuarto el entusiasmo por la innovación y la tecnología no decae. El ingeniero fundador del colegio, Guillermo Pedruzzi y un grupo de estudiantes secundarios acaban de concretar un proyecto nacido antes de la pandemia de Covid-19: el armado de un auto eléctrico.

Alumnos de quinto y sexto año lograron transformar un Isetta, con motor de un BMW 300 a vehículo eléctrico. Incorporaron tecnología china, hicieron el pack de baterías, el tablero de pruebas, numerosos ajustes, reformas, y lograron hacerlo andar, por primera vez, esta semana. Pronto, le colocarán la carrocería, que ya tienen terminada.

En el taller del Instituto Leonardo Da Vinci de Río Cuarto el entusiasmo por la innovación y la tecnología no decae. El ingeniero fundador del colegio, Guillermo Pedruzzi y un grupo de estudiantes secundarios acaban de concretar un proyecto nacido antes de la pandemia de Covid-19: el armado de un auto eléctrico.

Alumnos de quinto y sexto año lograron transformar un Isetta, con motor de un BMW 300 a vehículo eléctrico. Incorporaron tecnología china, hicieron el pack de baterías, el tablero de pruebas, numerosos ajustes, reformas, y lograron hacerlo andar, por primera vez, esta semana. Pronto, le colocarán la carrocería, que ya tienen terminada.

“Lo interesante fue el desarrollo mecánico y tecnológico que hicieron los chicos. Son unos cracks. El auto va a quedar parecido al Microlino, que fomenta el colegio, hacia los nuevos desafíos del futuro”, valoró Pedruzzi. Entre otros, trabajaron en el auto eléctrico los estudiantes Máximo Pages, Bruno Aluffi, Valentín Lavedia, y Joaquín Montilla. Contaron con el asesoramiento tecnológico de Gustavo Gambetta.

Bruno cuenta: “Este proyecto me interesó desde el inicio, en el 2019 cuando yo estaba en primer año cuando se estaban haciendo las bases. Quedó parado durante la pandemia y este año, en quinto año, en la materia Ciencia y Tecnología, el vicedirector, Manuel Campos nos permitió dedicar su hora a este proyecto”.

“Yo me sumé hace pocos meses, me comentaron los chicos que estaban haciendo un auto eléctrico, me llamo la atención y me sumé. Me sirvió como práctica, me dedico a contar lo procesos, los problemas que tenemos y las soluciones, la bitácora donde dejamos registrado todo lo que vamos haciendo”, indica Máximo Pages.

Valentín acota: “Yo de mecánica no entiendo nada pero me interesó aprender sobre un auto eléctrico. Es algo muy lindo que te deja muchos saberes. Si logramos introducir este tipo de proyectos en los colegios sería más completa la formación. Esto va a ser el futuro, estamos en un mundo que se va a basar en lo eléctrico, es algo muy bueno para las nuevas generaciones, para los chicos que están en el primario”.

Bruno también está orgulloso del proceso que transitaron: “Este tipo de proyectos te aporta de todo, esta oportunidad de trabajar con energías nuevas está muy bueno aprenderlo en el secundario. Yo siempre me quise meter en este mundo”.

Pedruzzi destaca que la iniciativa es una muestra de la concepción “davinciana”, humanista tecnológica, con la que fue creado el colegio. “Es un atajo al futuro, salir de la currícula tradicional y meterme en estos líos, ampliar la brecha tecnológica en las estructuras, en la currícula”, dice.

UNA FÁBRICA ESCUELA NO UNA ESCUELA FÁBRICA
Pedruzzi explica que el proyecto de armado de un auto eléctrico se basa en el concepto de “fábrica escuela”. Y distingue: “No es la idea de escuela fábrica que años atrás formaba operarios para el proceso productivo de una industria, en este caso es al revés, se trata de generar un concepto fabril en distintas escuelas, fomentar el emprendedurismo, los americanos le llaman fábricas de laboratorio”.

“Con este proyecto los estudiantes se involucran, ya están haciendo cosas, hacen proyectos de electrónica. Cuesta porque para poder hacer esto hay que conseguir elementos, para el Isetta, hubo que modificar la carrocería para que entren las baterías. Hubo varios grupos trabajando, todo lo que van a aprendiendo lo van utilizando”, destaca Pedruzzi.

Comenta, además, que están evaluando la posibilidad de incorporarle un techo solar para el auto, una especie de tela u hule, tipo pantalla, para captar energía.

El equipo muestra la carrocería lista para colocar sobre el chasis, que fue preparada por alumnos con la enseñanza de Lucas Quiroga, a quien consideran un artista de la chapa y pintura.

“No paran de generar ideas. Esa es la ansiedad linda, la de la búsqueda del conocimiento. Cuando se puso en marcha esto, todo teníamos la piel de gallina, esa emoción de estar permanente pensando cómo son las cosas, la curiosidad davinciana que te lleva a la demostración, a la investigación”, rescata el director general del establecimiento.

Los jóvenes destacan que la posibilidad de tener su hora de tecnología en el taller les aporta la experiencia de enfrentarse a dificultades reales y los incentiva a desarrollar otros proyectos.

Cuentan que algunos, por ejemplo, ya están desarrollando la idea de transformar filamento pet (de botellas) en filamento 3 D para impresoras. Además, han presentado en el programa municipal de presupuesto comunitario la idea de hacer bicicleteros con rezagos de metalúrgicas (aprendieron a cortar hierros, sacar medidas, soldar). “Acá somos ´chacariteros profesionales´. Ahora estamos buscando madera para la casa de árbol de primero para la que los mismos chicos hicieron los planos”, agrega Pedruzzi. “Somos junta mugre, reciclamos todo”, subrayan sus alumnos.

 

Fuente: La Voz

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