04 Nov Caramelos “Media Hora”, lo más odiados de la Argentina
Creados en el año 50 son unos de los más antiguos y, sin duda, polémicos del mercado. Incalculables mitos rodean su historia y el origen de su nombre. ¿Califican como golosina los únicos caramelos que no elijen los niños?
Pocas cosas tienen tanta capacidad de despertar el niño que llevamos dentro como los caramelos. Esos pequeños trocitos de dulzura pueden llegar a trasladarnos a momentos de nuestra infancia y quedar grabados para siempre en nuestra memoria.
Creados en Cañuelas en el año 50, los “Media Hora” son unos de los más antiguos y, sin duda, los más polémicos de la Argentina, no sólo por los mitos que los rodean, sino porque no existe un solo niño sobre la faz de la tierra que los pida por voluntad propia.
“Jamás en mis años de kiosquera un niño me pidió un caramelo ‘Media Hora’. Siempre los que los piden son adultos”, dijo a Descubrí Sabores Betty, kiosquera de la calle Alvear desde hace 17 años.
Los “Media Hora” podrían definirse entonces como un caramelo para adultos, pero incluso entre los adultos no hay grises: los aman o los odian.
Redonditos, con una especie de cinto en la línea ecuatorial y un reloj impreso en su envoltorio, una de las primeras verdades de los “Media Hora” es que no importa de qué color sea el papelito: todos tienen en mismo sabor.
Un caramelo “Media Hora” cuesta $7. La bolsa de 200 unidades cuesta $1.200. Pesa 4 gramos. Está hecho de azúcar, melaza de caña, jarabe de glucosa, agua, colorante caramelo IV y aromatizante. Pero es la descripción del envoltorio la que revela su mayor secreto: “Caramelo duro con sabor a Atenol”.
El Atenol es un compuesto aromático también conocido como parapropenilanilosa. A él le deben los “Media Hora” su irrepetible e inconfundible sabor a anís y regaliz, similar a lo que olían las cremas que usaban las abuelas para los golpes y moretones.
Otra curiosidad tiene que ver con el dibujo: el relojito del envoltorio ¿Marca la 1:30 o las 8 en punto?. El propio Alejandro Dolina manifestó alguna vez al respecto: “Tengo la ligera sospecha de que ese reloj anda”.
Se dice que el responsable de la creación de estos caramelos fue el asturiano Rufino Meana, quien llegó a la Argentina en 1937 y abrió una fábrica de golosinas en Chacarita.
Los caramelos “Media Hora” vieron la luz, por primera vez, en el año 1952. Curiosamente, los que más los demandaban no eran niños, sino adultos que comenzaron a consumirlos luego de que se extendiera el rumor de sus beneficios digestivos.
En el año 1960, tras la muerte de don Rufino, la marca fue comprada por Teubal Trading. En los 90 pasaron a la empresa Stani, que en el año 1993 se fusionó con Cadbury y, en 2010, pasó ser propiedad de Kraft Foods.
De mano en mano, finalmente en el año 2012 los caramelitos quedaron bajo la órbita de la multinacional Mondelez, que los fabrica hasta el día de hoy en su planta de Victoria.
Consultados por Descubrí Sabores para la realización de esta nota, desde la empresa reconocieron que “no cuentan con información sobre la historia de la golosina”.
Sobre el nombre, como sobre la mayoría de los aspectos de estos caramelos, no hay certezas.
Uno de los principales mitos es que se llaman así por la duración exacta que tienen en la boca, mito que se desmiente si pensamos que la saliva, fluido líquido de reacción alcalina complejo y algo viscoso producido por las glándulas de la cavidad bucal e involucrado en la primera fase de la digestión, no es igual en todos los seres humanos.
Descubrí Sabores realizó entre su equipo una prueba empírica sobre la duración del caramelo. El resultado promedio fue de 16 minutos con 7 segundos.
Descartando la hipótesis del nombre por su duración, otras teorías dan cuenta de que, en sus orígenes, media hora antes de cerrar la fábrica, los empleados limpiaban los restos de melaza de las máquinas. Ese sobrante lo utilizaban para elaborar los “Media Hora”.
Dicha hipótesis no solo explicaría el porqué del nombre, sino lo enigmático de su sabor.ç
Otras versiones cuentan que su nombre tendría que ver con el período recomendado entre caramelo y caramelo, es decir, que hay que esperar media hora para comer otro.
Los más odiados
“Caquitas de chiva”, “olor a suéter húmedo”, “lo que te convida una abuela que vive rodeada de gatos”, son algunas de las expresiones utilizadas para hacerle bullying a los “Media Hora”.
Natalia Ghergorovich es crítica de golosinas y creadora del blog “Estilo Nana”. Consultada por Descubrí Sabores sobre estos polémicos caramelos, expresó: “Mi experiencia me ha llevado a la conclusión de que a quienes les gusta este caramelo suele gustarles el chocolate amargo y también la menta, esa clase de sabores donde la melancolía florece y se alimenta del gusto por lo viejo”.
“Hasta hace unos años era un caramelo que me ensombrecía y me recordaba el amargo sabor del paso del tiempo. Alguna vez dije que, si fuera la única golosina en una isla desierta, preferiría comer arena”, agregó.
“Pero crecí y le encontré la gracia. Siento que el gusto por este tipo de caramelos, así como por la yerba mate, se adquiere con el paso de los años y nuestra llegada a la adultez. Si me convidan uno puedo aceptarlo, comerlo casi con gusto, aunque obviamente nunca será mi caramelo favorito”, concluyó.
Por su parte, el escritor Alejandro Turner, autor de la “Carta a los fabricantes de los caramelos Media Hora”, dijo a Descubrí Sabores: “Es difícil entender que son una golosina, tienen todas las características de un medicamento, empezando por ser feo”.
“Es raro que un caramelo no tenga un nombre de fantasía. Sólo alguien que oculta algo siniestro los bautizaría con un adverbio de tiempo. Que se llame “Media Hora” tiene que ver más con una amenaza que una promesa”, continuó.
“El caramelo “Media Hora” no perdura como obsequio para niños, circula como prenda punitiva”, finalizó.
Odiados por muchos, sin duda existe -escondida y avergonzada- una parte de la sociedad que todavía los compra y torna rentable su fabricación y venta 70 años después.
Polémicas como esta nos llevan a la pregunta inevitable: ¿Tendrán los caramelos “Media Hora” sus días contados como golosina? O, al igual que la polémica, vivirán por los siglos de los siglos en los compartimentos más recónditos y perdidos de los kioscos menos modernos de la Argentina.